Dicen que el dinero no da la felicidad pero, ciertamente, ayuda a conseguirla.
Quizás el sueldo no lo sea todo en un puesto de trabajo, de hecho, hay factores que influyen más a la hora de valorar una empresa como satisfactoria desde el punto de vista del trabajador, entre ellos la posibilidad de conciliar vida laboral y familiar, el buen trato entre compañeros y con superiores, las perspectivas de ascenso, la posibilidad de participación en las decisiones empresariales… Sin embargo, la tónica general es que si el salario es bajo, la insatisfacción esté casi asegurada, ya que actúa como detonante del malestar general de los trabajadores y del enrarecimiento de las relaciones laborales.
De hecho, quienes no llegan a fin de mes, a pesar de trabajar a tiempo completo, suelen recurrir a la solicitud de préstamos para poder paliar los gastos cotidianos, una situación que se torna aún más irritante.
Según un informe difundido por Adecco e Infoempleo en 2016, el 72,3 % de los trabajadores españoles considera que cobra menos de lo que se merece. De hecho, en dicho informe quedaba patente que el 51,1 % de las empresas encuestadas reconocía haber congelado las remuneraciones y el 22,7 %, haberlas reducido. El 58,1 % señalaba que había contratado a trabajadores con peores condiciones de salario que las del personal que ya trabajaba.
Normalmente, la situación se vuelve especialmente espinosa cuando el empleado constata que la empresa en cuestión ha cerrado un año record en beneficios, cuando se percata de que otros compañeros en puestos similares ganan más o cuando sus responsabilidades y carga de trabajo aumentan pero no el salario.
La consecuencia directa de esta situación continuada en el tiempo es el hastío, la perdida de energía, de ilusión y de ganas de rendir o implicarse en la empresa, la sensación de estar dándolo todo a cambio de nada y, peor aún, en casos extremos, la irrupción en nuestro día a día de un sentimiento de vejación al pensar que la empresa se está riendo de nosotros o, cuanto menos, nos minusvalora abiertamente.
Y es que, la relación entre empresa y empleado ha de ser recíproca para que ambas partes estén a gusto y puedan exigir, tanto de una parte como de otra, un esfuerzo mayor.
El principal inconveniente radica en que a la mayoría de trabajadores les aterra el momento de pedir un aumento de sueldo, no saben cómo plantear el asunto, cómo hacerse valer o argumentar su demanda; sin embargo, desde CréditoSí te animamos a sacar pecho y pedir lo justo, siempre y cuando tengas la certeza absoluta de que estás pidiendo algo posible para la empresa y razonable para ti y tus compañeros.
Mientras preparas tu estrategia y te armas de fuerza moral, puedes solicitar un microcrédito con nosotros para hacer frente a esos temidos gastos inoportunos que tu reducida nómina no te permite abordar.
Ver más: Préstamo de dinero